Infancia Latina

Dominio: Población y Demografía

por | Abr 10, 2021

Aunque los países de América Latina y el Caribe se beneficiaron de un crecimiento económico sostenido, particularmente notable a principios de la década del 2000, la región sigue siendo conocida por su desigualdad persistente. Antes del brote de COVID-19, había señales claras de que este progreso se estaba estancando y al mismo tiempo se notaba un aumento en niveles de malestar público y protesta contra los sistemas de poder, exigiendo mayor justicia social. Una sociedad estructuralmente desigual tiene efectos particularmente dañinos en las niñas, niños y adolescentes nacidos en familias pobres y en sus oportunidades de desarrollarse hacia su potencial. Las consecuencias negativas son tanto inmediatas como de largo plazo para su desarrollo. Las normas culturales y las presiones sociales profundamente arraigadas en la región, exacerban aún más estas divisiones económicas y culturales. Esta situación convierte a las niñas; las poblaciones indígenas y afrodescendientes; los niños bajo cuidado institucional; niños con discapacidades; LGBTQIII+; y niños migrantes en grupos vulnerables y en riesgo.

La disponibilidad de datos estadísticos periódicos y confiables que representen de manera desagregada a estos públicos está gravemente limitada. En consecuencia se invisibiliza la desigualdad que experimentan estos grupos o se disminuye la severidad de su realidad. Según un estudio reciente de CEPAL (2016 y 2021) se contabilizan 8261 pueblos indígenas reconocidos en legislación y en instrumentos de política pública por los Estados cuya población se estima en un total de al menos 48 millones de personas. A la vez, se estima que la población de afrodescendientes es de más de 125 millones de personas. Estas poblaciones en conjunto representan 25% de la población total en América Latina. Se cree que estas proyecciones son subestimadas, y la exclusión de datos correspondientes a raza, etnia o sexo significa un reto fundamental para el diseño de políticas públicas que puedan responder a las necesidades especificas de estas poblaciones. Adicionalmente, se ha proyectado que en el 2020 la tasa de pobreza extrema en la región se situaría en 12.5% y la tasa de pobreza alcanzaría a 33.7% o 209 millones de personas, 22 millones más que el 2019. La gran cantidad de niñas y niños nacidos en la pobreza y el efecto directo que esto tendrá en las economías futuras de la región, deberían ser suficientes para convencer a los funcionarios gubernamentales de la lógica detrás de priorizar la inversión en la infancia; sin embargo, lamentablemente no es el caso.

Las niñas y niños nacidos en pobreza comúnmente se enfrentan a un acceso severamente limitado a la atención médica, la educación, la protección, y el agua y el saneamiento de calidad, particularmente pronunciado durante momentos de crisis. Son más vulnerables a la violencia y la explotación en todas sus formas, desde ser extorsionados para participar en actividades ilícitas. También están más expuestos a enfermedades. Esto se traduce en una alta persistencia de la desigualdad de ingresos entre generaciones y diferencias medibles en el nivel educativo y de la salud. Además, las niñas y niños de estratos socioeconómicos bajos tienen una capacidad sistemáticamente inferior a la de sus contrapartes en el desarrollo socioemocional, cognitivo y del lenguaje. Estas brechas de habilidades se ven agravadas aún más por una economía que depende en gran medida de un mercado laboral informal y la falta de una red de seguridad social para la mayoría de sus ciudadanos. Se observa que trabajadores en el sector informal y mujeres han sido los más impactados por la contracción económica.

En medio de la actual crisis del COVID-19, la necesidad de aumentar la resiliencia de las sociedades latinoamericanas y caribeñas se ha vuelto urgente. Siendo que 81% de la población vive en localidades urbanas, hay un claro factor de riesgo para la transmisión de COVID-19, dada la alta densidad demográfica (Naciones Unidas, 2019 y CEPAL 2021). Según un comunicado de prensa de la CEPAL del 15 de julio de 2020 se espera una caída estimada del PIB de -9.1% en América del Sur, una caída de -8.4% en Centroamérica y México, y -7.9% en el Caribe al excluir Guyana (cuyo fuerte crecimiento refleja una menor contracción del total subregional, incluyendo lo que será -5.4%) resultante del COVID. Los países del Caribe, han sufrido desafíos particulares al tener que reconstruir después de desastres climáticos. Estos desastres han limitado su capacidad fiscal y respuesta a la pandemia. A la vez, están en desventaja por la gran dependencia que tienen en bienes importados. El golpe al sector turístico que representa 15.5% del PIB de la región también es significativo. 

La situación de las niñas y niños que viven en condiciones vulnerables en medio del brote de COVID es grave y va a ser prolongada. Se requiere una acción inmediata y sostenida para disminuir y ralentizar sus impactos en todos los dominios del desarrollo infantil y juvenil. En particular se requieren acciones para los sectores poblacionales de mayor vulnerabilidad. Para crear políticas públicas que puedan alcanzar los objetivos en camino a los Objetivos de Desarrollo Sostenible hay que invertir en instrumentos estadísticos recurrentes, como los censos, para poder lograr datos desagregados y centrar la infancia y la juventud dentro de políticas integrales que tengan un enfoque de ciclo de vida. Uno de los acuerdos del Consenso de Montevideo sobre Población y Desarrollo (2014) y la meta 18 del ODS 17, busca la desagregación de datos por poblaciones indígenas estableciendo esta como responsabilidad de los Estados. Para poder monitorear los derechos de niñas, niños y adolescentes en la región es sumamente importante tener datos poblacionales y demográficos que puedan ser representativos de la población. 

En suma, nos comprometemos a trabajar en alianza con redes nacionales e internacionales para poder lograr una mirada que celebra toda la diversa riqueza cultural que existe en la región, como una de nuestras metas principales en aportar a niñas, niños y adolescentes en el pleno ejercicio de sus derechos.


1 reconocidos en legislación y en instrumentos de política pública por los Estados
Fuentes:
Banco Interamericano de Desarrollo (2020) La crisis de la desigualdad: América Latina y el Caribe en la encrucijada. Editores: Matías Busso, Julián Messina. https://publications.iadb.org/publications/spanish/document/La-crisis-de-la-desigualdad-America-Latina-y-el-Caribe-en-la-encrucijada.pdf 
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Panorama Social de América Latina, 2020 (LC/PUB.2021/2-P/Rev.1), Santiago, 2021. https://www.cepal.org/es/publicaciones/46687-panorama-social-america-latina-2020
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): División de Estadística y Proyecciones Económicas (2008) Descomposición del coeficiente de Gini por fuentes de ingreso: evidencia empírica para América Latina 1999-2005. https://www.cepal.org/es/publicaciones/4767-descomposicion-coeficiente-gini-fuentes-ingreso-evidencia-empirica-america-latina
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) (2016) La matriz de la desigualdad social en América Latina.https://www.cepal.org/es/publicaciones/40668-la-matriz-la-desigualdad-social-america-latina 
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